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En este asombroso artículo Juan Ignacio Cuesta Millán hace un alarde de espiral conjetural, de inmersión progresiva en lo absurdo, lo que algunos llamarían un
bad trip, mezclando lo obvio con lo psicótico a partes desiguales.
Introduciendo los conceptos y relaciones de la música y armonía con la mística pitagórica, deja escapar balas del calibre de que los sonidos
sanan o enferman, proporcionan
magia o
derriban murallas, e incluso comenta sin desmentir que
aligeraban el peso de las piedras que los inefables egipcios usaron en sus construcciones (luego no fueron los extraterrestres). Se trata de la típica prosa en la que se entremezclan pequeñas
corcheas magufas a ver si suena la flauta.
A continuación la columpiada va
in crescendo, con la hipótesis de sonidos
indetectables que produce por ejemplo un electrón o un agujero negro. Para explicar esto se nos introduce en la teoría de los fractales (conjuntos con dimensión de Hausdorff-Besicovitch mayor que su dimensión topológica), ya que lo que se nos intenta vender es la
música fractal (seguimos sin ver los otros mundos), compuesta en base al sonido de las esferas (de los planetas) y los ecos de fenómenos astronómicos (como tormentas magnéticas).
Desgraciadamente en la web no tenemos disponibles tan asombrosos documentos sonoros, pero no desesperen, siempre pueden comprarse la revista Enigmas o buscar el mp3 con el eDonkey!